jueves, 26 de mayo de 2011

¡VIVA LA DIFERENCIA! (…y el complemento también)

En este libro, la autora relata y analiza en profundidad una serie de diferencias entre los géneros masculino y femenino. Estudia los comportamientos del hombre y la mujer, así como también su porqué y cómo hacer para complementarlos y poder mantener una buena relación entre ambos sexos, aceptando nuestras diferencias. Propone conocer las características de lo masculino y lo femenino para traspasar los géneros y encontrarnos con una nueva posibilidad de ser personas más armónicas y universales.
Toma como referencia la teoría de Jung (animus-anima), el enfoque de John Gray y el Ying-Yang.
1)      Cuando hablamos de nosotras no hablamos de nosotras, siempre hablamos de otros y esos otros parecen ser los causantes de nuestras infelicidades y de nuestra felicidad.
En cambio los hombres parecen mayoritariamente preocupados del logro, de las metas y de los obstáculos que encuentran en su camino.
2)      Las mujeres nos quejamos tanto y mucho más que los hombres. Siempre hay algún tipo de exclamación que hace notar o sentir que hay algo que no fue todo lo ideal que hubiéramos querido que fuera.
A partir de esto plantea entonces, que no es cierto que hombres y mujeres seamos iguales, somos absolutamente distintos. Tenemos derechos que nos igualan y, por lo mismo, deberíamos acceder a las mismas oportunidades; pero esto no quiere decir que seamos iguales ni psicológica ni socialmente hablando.
Sostiene que hay que entender la vida como un proceso de aprendizaje, como algo que se parece más a un vivir la vida paso a paso y no que la buena vida es el resultado de lo que logramos solo en la medida en que se van alcanzando los objetivos que pretendemos alcanzar.
A través de una investigación realizada a un grupo de hombres y mujeres de diferentes edades, la que consistía en hacerles hacer una asociación libre de las palabras “folículo, óvulo o útero y esperma”. Como resultado obtuvo que se piensa o se relaciona libremente el concepto de sexo con lo masculino y el concepto de amor con lo femenino. Pudo detectar aquí una de las primeras grandes diferencias; notó que las palabras que más se repetían eran “retener” en el caso de lo femenino y “soltar” en cuanto a lo masculino. De allí esta gran diferencia:
3)      Pareciera ser que dentro de lo masculino es natural la liberación y la capacidad de desprenderse y soltar los procesos; de hecho un hombre no puede generar vida si sus espermas no salen de él, por lo tanto, necesariamente debe soltarlos. Por otra parte una mujer no puede generar vida si no tiene la capacidad de retener a un bebé dentro de sí misma.
Con esto se relaciona también la capacidad para enfrentar conflictos: las mujeres solemos ser más lentas que los hombres en procesar nuestros conflictos, nos cuesta más olvidarnos de ellos y pasar de una etapa a otra; generalmente tendemos a quedarnos como pegadas o adheridas a nuestros conflictos y angustias. Esto hace muy difícil la comprensión desde lo masculino, ya que para los hombres conflicto solucionado es conflicto olvidado; ellos pueden pasar de un objetivo a otro con mucha rapidez, les es más fácil olvidar los conflictos y seguir avanzando, no piensan en todas las etapas que ese conflicto o ese proceso puede tener, lo cual los hace avanzar naturalmente más rápido. El pasar de una etapa a otra también es una característica propia del soltar.
No es casual que los hombres sea más rápidos en restablecer relaciones afectivas; esto se debe a que para ellos es más fácil cerrar y dar vuelta la página, así pueden seguir avanzando.
En síntesis, las acciones que implican retener significan a su vez no dejar de hacer algo independientemente del agobio que ello me cause. Es muy característico de las mujeres que hacemos cosas, nos quejamos de lo que hacemos y, sin embargo, por alguna extraña razón, no las dejamos de hacer.
a-      Cuando lloro, de algún modo le pido al otro que se acerque a mi, lo retengo, lo traigo hacia mí. A diferencia del aspecto masculino, que tiene que ver más con la rabia y con el enojo, ya que esto genera alejar al otro de mí, suelto al otro y lo separo de mí porque me es más cómodo estar lejos de él.
b-      Otra diferencia importante es que la mujer está diseñada para generar vida dentro de ella en términos de todos los espacios psicológicos que tiene que ver con lo interno: la casa, las situaciones del hogar, el cuidado de los afectos; en cambio el hombre tiene la capacidad de poder generar vida fuera de él, producto quizás de esta misma capacidad para soltar lo que de alguna manera está viviendo.
El aprendizaje de lo dicho hasta aquí consistiría en el caso de las mujeres poder aprender a dejar de hacer lo que de alguna manera les hace daño o hacer aquello que aparentemente no les gusta sin quejarse tanto, solo así podrían soltar, alejarse, dejar aquello que les hace mal. En el hombre, en cambio, es importante avanzar en la función de retener para que aprenda a cuidar lo que tiene cotidianamente, para que sea capaz de entender que las cosas se construyen de a poco y no solamente sobre la base de objetivos logrados, para que sea también capaz de cuidar su casa, sus cosas, de preocuparse de lo que involucran los ambientes afectivos y cuide así mejor sus afectos.
Lo que fortalece estas características del soltar y del retener serían que en lo femenino la base de su accionar predomina el sentirse necesitado, mientras que en lo masculino predomina la necesidad de admiración.
Frases como: cambia la cara, si ya te pedí perdón que más queres que haga?, a ti no hay como tenerte contenta, ejemplifican la dificultad de las mujeres para avanzar y la facilidad que tienen los hombres.
Diferencias psicológicas encontradas:
·         El motor que nos lleva a actuar
Una mujer está bien en la medida que la gente que ella quiere está bien con ella. En cambio, lo masculino se encuentra bien en la medida que logra los objetivos y las metas que se propone. En  definitiva lo femenino está determinado por su vida afectiva y lo masculino mayoritariamente por el logro de las metas y objetivos que se propone a lo largo de su vida.
·         Lo femenino valora más el proceso; lo masculino, los objetivos
Un claro ejemplo en nuestra vida cotidiana sería que si vamos al supermercado con un hombre él –mayoritariamente- tenderá a ir solamente a los productos que le hacen falta; la mujer, por su parte, va a recorrer todos los pasillos.
Otro caso sería el de las relaciones sexuales, en donde las mujeres se caracterizan por apreciar más y mejor el antes y el después que el durante, que es lo que más tiene que ver con la penetración, centrado en un objetivo masculino, y no así los procesos anteriores y posteriores que indudablemente tienen una valoración femenina importante.
·         Lo masculino separa, ordena. Lo femenino reúne, junta
A nivel de estructura mental pareciera que nos cuesta mucho más poder separar y poder dividir nuestros procesos afectivos en distintos compartimentos. En cambio ellos funcionan mejor separando en casilleros o en “cajones mentales” las distintas áreas emocionales.
(Ejemplo de crítica de hombre hacia su mujer como mamá, relaciones sexuales; hombre que se le hace cambiar de rumbo).
·         Lo masculino: monofocal. Lo femenino: multifocal
Se ha descubierto que el hombre tiene mayor capacidad de concentrarse con mayor facilidad en una sola cosa; en cambio, las mujeres tenemos lo que se entiende como una capacidad multifocal a nivel neurológico. Esto no debe tomarse como un plus, ya que a pesar de no ser poco frecuente el hecho de ver a mujeres planchando, viendo tv, hablando por teléfono y al mismo tiempo revisando las tareas de sus niños, es así mismo causa de un gran cansancio y agotamiento.
Mientras más haya desarrollado un hombre su lado femenino más y mejor será capaz de poder atender dos o más cosas a la vez, pero su tendencia será concentrarse en un solo punto y no es varios al mismo tiempo. (Ejemplo de relaciones sexuales próximo a los hijos)
·         Lo femenino resuelve los conflictos hablando; lo masculino, en silencio
La mujer necesita hablar para resolver sus conflictos, necesita trasmitir los procesos por los que está pasando, pues al mismo tiempo va ordenando su cabeza y obteniendo posibles soluciones. Lo masculino, en cambio, solo habla cuando tiene los conflictos resueltos, es decir, va a llegar de uno u otra manera a contar sus situaciones en la medida en que cuenta los éxitos o fracasos pero ya con carácter de definitivo.
Si primero las mujeres no sueltan, al hombre le será muy difícil aprender a retener, ya que es responsabilidad de la mujer dejar de hacer las cosas para poder hacer responsable al otro.
·         La rabia de los hombres y la tristeza de las mujeres
Aspecto emocional: la diferencia tiene que ver con que al parecer lo femenino está entrenado para entristecerse por todo y lo masculino para enrabiarse por todo. El llanto en las mujeres tiene que ver con llamar la atención del otro para que venga hacia mi, en cambio la rabia hace que uno se suelte del otro.
Otra diferencia explica que los hombres pueden enojarse con gran facilidad y dejar de estarlo o dejar de pertenecer al conflicto en forma mucho más rápida ya que la rabia es un elemento que tiende a desaparecer en la medida en que se descarga, en cambio la pena, la tristeza es un sentimiento bastante adhesivo que cuesta desprenderse.
·         Los tiempos personales
A la mujer le cuesta mucho más darse tiempo para ella misma, sin que esto venga acompañado por un factor culposo, el que a su vez y de alguna manera tiende a dañar nuestro grado de satisfacción en el proceso que estamos viviendo; en cambio, para los hombres es muy fácil ejercer tiempos personales e incluso para ellos darse esos tiempos está incorporado culturalmente como un derecho básico.
En la medida en que me permito tener tiempo para mi, el grado de satisfacción con respecto a la vida que llevo debería ser mayor, así como la menor tendencia a responsabilizar al otro de los tiempos que él si se permite. En general las mujeres cometemos el error de castigar o retar a los hombres cuando los vemos ejercer sus tiempos personales y esto es porque nosotras no somos capaces de generar esos mismos tiempos en beneficio nuestro.
·         Externalizar e Internalizar
El hombre encuentra la causa de su felicidad o infelicidad, generalmente en los obstáculos que ha podido encontrar en el camino para llegar al logro de sus objetivos, en cambio la mujer responsabiliza a otras personas de sus infelicidades o sus felicidades.
Ejemplos como: “yo soy así porque mi mamá no era cariñosa conmigo”, “yo soy así porque siempre mis papás quisieron más a mi hermana que a mi”.
·         El privilegio de ver masculino y el privilegio de sentir femenino
Según biólogos y estudiosos la mujer por no tener acceso visual a su genitalidad y otros funcionamientos corporales, internalizan los procesos como procesos de sentidos (ejemplo del baño).
Por otro lado el hombre al tener sus órganos sexuales a la vista y al estar en contacto en forma permanente prevalece lo visual.
En esto tiene que ver el hecho de que la ropa interior femenina haya proliferado al contrario de la masculina, la cual es más variada y esto es interpretado por los hombres como un mensaje visual atractivo.
·         Los cuentos de hadas en la psicología femenina y masculina
Estas historias que nos hayan contado o leído alguna vez parecen formar parte del inconsciente colectivo de nuestra cultura y, por lo mismo, parecieran determinar o predeterminar muchas de nuestras conductas psicológicas a lo largo del tiempo.
En ciertos cuentos populares como “La Cenicienta” y “Blancanieves”, las mujeres esperan a un hombre que las saque de su estado de infelicidad.
Estas historia nos muestran desde nuestra infancia a personajes cuyas relaciones estarían marcadas por la envidia, la rabia interna o el deseo de venganza. Por otra parte este, este tipo de conducta femenina –según lo determinan los cuentos de hadas- obliga a los hombres a tener que ser príncipes y cumplir, por ende, con una cantidad enorme de requisito: tener posición social, estabilidad anímica, condiciones naturales de gentileza, ternura, belleza, estabilidad social, económica, proyección como buen padre, etc. Porque así son los príncipes perfectos. Ellos, por lo tanto, también serán desde muy pequeños determinados para ser susceptibles a caer en el juego de tratar de complacer al resto, intentando cumplir con esta cantidad de exigencias. También querrán ser príncipes y cubrir todas nuestras expectativas. Pareciera ser que aprendemos a través de estos cuentos que la felicidad sólo se logra en la medida en que hay otro que la produce.
Nos sentimos “estafados” cuando nos damos cuenta, que en la vida real el cuento que yo leí y en el que yo creí no es así.
Se concluye con esto que la conducta femenina está determinada por lo que los hombres o un hombre es capaz de generar en ellas.
·         Pensamiento Mágico – Pensamiento Real
Aquí Pilar Sordo plantea el hecho de la mujer hoy en día, de cómo se a desvalorizado todo, como han cambiado las costumbres y ha pasado la mujer a perder muchas cosas que en sus comienzos eran características esenciales propias del género femenino.
Cuando se refiere a Pensamiento Mágico alude a las expectativas, a las definiciones internas que tenemos las mujeres sobre las cosas; es más bien lo que en alguna teoría psicológica puede entenderse como “pensamiento automático”, análogo a la palabra deseo, sueño o fantasía, que en caso de no cumplirse genera gran frustración, aún cuando no se tenga conciencia de ella. (Relacionado a los deseos y expectativas, no a la intuición).
Por eso la autora sostiene que mientras más pensamientos mágico tenga una mujer, será más proclive a la infelicidad tanto para ella como para los que la rodean.
Se llegó a la conclusión de que la mujer es poseedora de ambos pensamientos, mientras que el hombre solo posee el pensamiento real, y el otro solo lo va a poseer en la medida en que incorpore elementos femeninos en su historia.
Este pensamiento real se basa justamente en la realidad, en lo concreto, en lo que de verdad tengo y en lo que está a mi alcance y puedo ser capaz de valorar; en cambio la estructura del pensamiento mágico está determinada principalmente por una magia que en tanto no real e imposible de realizar, de todos modos yo espero que ocurra, como algo sorpresivo frente a lo cual siempre se está en una postura ovular, de espera y paciencia.

lunes, 16 de mayo de 2011

Pilar Sordo. Las mujeres, que piensan cuando piensan?

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Pilar Sordo


El exitoso libro de la psicóloga Pilar Sordo: No quiero crecer
La nueva sexualidad a los 15 años.

A esta edad los adolescentes sufren un remezón que afecta su desarrollo emocional y su conducta sexual. En su libro "No quiero crecer", la psicóloga Pilar Sordo describe esta etapa como un "terremoto" que pone a prueba los valores y la demarcación de límites. Aquí, las tres escalas del terremoto.

Primera escala: La barrera del pudor

Hace unos años comenzó a ponerse de moda en varios colegios de Santiago y regiones el llamado "juego de las pulseritas" según la psicóloga Pilar Sordo. Aparentemente inocente y divertida, esta práctica ganó especial popularidad entre las niñas y niños de los últimos años de enseñanza básica y algunos de los primeros años de educación media. Su dinámica gira en torno a unas pulseritas de colores que las niñas se hacen con hilos de bordar y que se ponen en la muñeca con la misión de entregarlas a todos los compañeros con quienes se besarán durante una reunión o en alguna fiesta de colegio. Su reglamento es simple: La niña que logra desprenderse de más pulseras -que besa a más compañeros- gana el juego. Se convierte en la más popular porque los hilitos con su color distintivo ahora los lucen como trofeos, otros adolescentes, de los que la mayoría de las veces, apenas conocen el nombre.

Según Pilar Sordo, estas pulseritas -ya convertidas en un panorama del carrete pre-quinceañero- evidencian la forma explosiva en que los adolescentes han comenzado a traspasar, a edades cada vez más tempranas, la barrera del pudor.

Esta dinámica demuestra el poco valor que le entregan al acto de besarse, que bajo estos códigos se transforma en una práctica divertida, sin trasfondo. Más que un acto importante en su desarrollo sexual y emocional, se convierte en una búsqueda de sensaciones o de adrenalina.

El pudor:

La psicóloga en su libro "No quiero crecer" habla de que el pudor es clave para el desarrollo de la sexualidad de los adolescentes. El pudor comienza a vivirse junto con la aparición de los caracteres sexuales secundarios. Esta etapa -que actualmente se inicia al final de los 11 años y al comienzo de los 12- provoca que se sientan y se vean distintos. La primera reacción es que niños y niñas comiencen a resguardarse, a taparse y, en la gran mayoría de los casos, a avergonzarse. El problema surge en la medida en que los adolescentes cambian, a la velocidad del rayo, la vergüenza por la desinhibición. Y eso, asegura Pilar Sordo, se evidencia primero en las mujeres y más tardíamente en los hombres.
"Todo esto se hace evidente a los 13 años, cuando muchas niñas empiezan a tener un cuerpo de mujeres en una estructura mental que sigue siendo infantil. Entonces comienza el tema de jugar con estas características, probar con cuánto muestran y cuánto no muestran, y su actitud frente al pudor se trastoca. Sienten que mantener el pudor es una cosa medio ridícula, pero que en cambio es una osadía mostrar. Esta actitud está ligada con la sobreerotización de la sociedad, donde la mujer es más mujer en la medida en que tiene más busto".

En el caso de los hombres, este juego tiene un aspecto más conductual que corporal. Dice que la osadía masculina está en el empezar a conquistar, en vencer el pudor a nivel de personalidad. "Más que mostrar su cuerpo, ellos se preocupan más de conquistar, de mostrarse lo más machos posible y empiezan a trabajar su cuerpo para sentirse atractivos desde ese ámbito".

Mientras estas niñas-mujeres se muestran más, los niños cambian sus conductas para conquistarlas. Hay difusión en los límites; no está claro qué se hace a los 13 años, cuánto se seduce, cómo se conquista. “A esa edad su misión debe estar más enfocada con establecer códigos de lealtad en las amistades, más que códigos de uno a uno en términos de relación de pareja", explica la psicóloga.

El auto cuidado:

Para Pilar Sordo, como a esta edad los niños actúan muy instintivamente y no tienen un código emocional muy grande ni menos valórico, el concepto de autocuidado es clave. Puede marcar la diferencia en esta escala de desarrollo emotivo y sexual. El autocuidado es la salida, el fin de esta escala.

Es la única manera de prevenir, pero requiere de tres cosas clave:
1-     La evaluación del riesgo
2-     Es el establecimiento de un código valórico que te permita protegerte
3-     La incorporación de factores emocionales dentro de este repertorio erótico nuevo.

Lograr que los niños manejen este concepto sólo depende de los padres, quienes deben haberlo trabajado desde el inicio de su crianza. Enseñazas como que nadie lo puede tocar, que tienen que respetarse a sí mismos, controlar sus instintos. Y eso, que en este momento se deposita en lo sexual, debió centrarse a los cinco años con las pataletas, o a los tres años para controlarle el sueño o los esfínteres.

Segunda Escala: Los peligros de la invulnerabilidad

Actualmente los adolescentes tienen un exceso de información sobre el sexo y la sexualidad finalmente termina por servirles de nada. Dice que en sus conversaciones con estos niños ha comprendido que "todos los conocimientos que ellos manejan en relación a cómo cuidarse en términos de mecanismos de anticoncepción, no los usan porque asumen que nunca van a vivir una situación tan extrema, y si la vivieran, tampoco van a correr ningún riesgo porque no les va a pasar nada".

Precisamente esta errónea convicción de seguridad -"de que no les va a pasar nada"- es una característica central de esta etapa de la adolescencia. Se conoce como principio de invulnerabilidad y está directamente relacionado con sus estructuras mentales y neurológicas propias de su edad, porque hay ciertas partes del cerebro que se bloquean en la evaluación de los riesgos. Lo natural es que esto vaya desapareciendo a medida que crecen. Pero en la actualidad este principio de invulnerabilidad crece y se extiende por un periodo más extenso de lo normal. Eso aumenta el riesgo. Se extiende la idea de que las cosas les pueden pasar a otros, pero no a ellos.

El Miedo:

El miedo actúa como un factor protector, que les va a decir que no se pueden meter en situaciones riesgosas porque van a salir dañados. Pero el problema surge porque en la actualidad el miedo no se enfrenta con esa mirada. Ya no está visto como un factor protector, sino como algo que hay que traspasar, que hay que avasallar. Ahora el miedo se vive en la medida en que se vence. Hoy, mayoritariamente los niños de 14 años valoran más al que dice que sí ante una conducta riesgosa que el que dice valientemente no para protegerse.

Bajo esta perspectiva de riesgo mal enfocado, el tema sexual adquiere una perspectiva diferente. La explicación de Pilar Sordo es que durante la adolescencia son tantas las variables que hay que manejar en la vida cotidiana, son tantos los miedos con los que los niños tienen que enfrentarse -subirse a una micro por primera vez, poder andar de noche, experimentar situaciones sociales donde ven a otros consumir drogas, etc.-, que los adolescentes no están preparados para incorporar además un tema con tanta energía propia como el sexual. "Así, al adelantar su iniciación sexual, entre las niñas se desvirtúa el concepto de virginidad y muchas veces inician prácticas para las que no están preparadas como el sexo oral".

Concepto de espera:

Creo que le hemos ido perdiendo el valor al concepto de espera, a pesar de que hay un grupo grande de jóvenes, de mujeres y hombres, que lo siguen valorando como algo importante, pero que no se atreven a decirlo, porque son castigados socialmente, al tratarse de un tema antiguo, un tema que aparentemente no tiene sentido. Y en eso los padres tenemos la responsabilidad de hacerles soñar con ese concepto, tanto a hombres como a mujeres", explica en su libro. Se debe reflexionar socialmente, el concepto de la espera, la espera en la madurez, la espera en el compromiso para poder entregar esta parte mía, porque evidentemente esa persona, me guste o no, formará parte de la memoria emocional.

Para la especialista, la mejor manera para que los padres combatan la errónea percepción del principio de invulnerabilidad es que controlen los límites y resguarden el espacio protector de los hijos. Que expliquen claramente cuáles son los factores de riesgo a los que no están dispuestos que se sometan o vivan. Y eso pasa por su autonomía. "A los quince años los niños no deberían ser tan autónomos”

Tercera escala: El costo de la impaciencia

Para Pilar Sordo, la impaciencia adolescente es otra característica que define y determina el acercamiento de las nuevas generaciones a la sexualidad. Dice que estamos frente a pre-quinceañeros que quieren experimentar sensaciones con rapidez y con la excusa de que eso los hace sentir más vivos, más grandes. "Tiene que ver con la conexión, con la adrenalina, con el que desaparezcan las angustias, las responsabilidades. Pero este deseo de vivir al máximo inevitablemente se entrecruza con la imprudencia, con la pérdida de control, con la ignorancia de lo que se está experimentando".

Esta impaciencia inevitablemente está asociada con la sensación de invulnerabilidad. Es el paso siguiente de ese estado. En la medida en que los adolescentes pierden el miedo, que se sienten seguros ante el riesgo, que malinterpretan su autonomía, la ansiedad por experimentar crece y genera que se cometan conductas basadas en la impaciencia.

Esta generación, a la que apellido "banda ancha", está determinada por un sentimiento de rapidez para todo; para ellos todo tiene que ser instantáneo, todo tiene que ocurrir en el momento, sin procesos largos"

Entonces, si a esta impaciencia también se suman las anteriores etapas -la pérdida de la barrera del pudor, la falta de autocuidado- no es de extrañar que un gran porcentaje de adolescentes actualmente tenga su primera relación sexual tempranamente, sin mayor conciencia de lo que están haciendo. Se inician en una sexualidad que, en la gran mayoría de los casos, no está asociada al afecto, sino sólo a la práctica.

"El resultado es que los adolescentes empiezan a sentir interiormente grandes cuotas de angustia, sobre todo las mujeres, porque ellas están por naturaleza más intrínsecamente hechas para asociar o mezclar lo emocional, y se les obliga a disociarlo, porque o están bebidas o porque así hay que hacerlo. El tema es que ni siquiera dejan espacio para una conquista larga. O se adelanta ella a decirle que le gusta, o se adelanta él, o se besan antes de conversar. El tema es ir saltándose etapas lo más rápido posible, para avanzar. ¿Hacia dónde? Ni siquiera ellos lo tienen claro, pero el punto es que están avanzando", dice la psicóloga.

Para poner freno a esta impaciencia, los mecanismos de control de los padres son clave. "Si los papás no atrincan, no ajustan y no aprietan, de aquí en adelante costará un triunfo. Fundamentalmente hay que tratar de poner límites de horario, conocer a los amigos de los hijos, algo más que sólo el nombre, tener acceso a las redes tecnológicas que maneja -fotolog, facebook, twitter, etc.-, saber cómo las viven y cómo las experimentan".

La especialista aclara que es muy importante que los padres comprendan que esto sucede en un trasfondo de deberes y derechos.

"Hoy los niños tienen más conciencia de lo segundo. En la medida en que los padres instauran esta conciencia, enseñan códigos valóricos a sus hijos y guiarlos para que se dejen de regir por lo instintivo, la estructura para resistir este remezón estará mejor preparada".


"La virginidad no se pierde, se regala"

¿A qué edad debutan los chicos hoy? ¿Cómo hablar con ellos sobre la sexualidad? Respuestas de una especialista. Lic. Pilar Sordo
La sexualidad adolescente no se enseña sólo en esa etapa, se enseña toda la vida. Depende de cómo los padres vivan el tema y cómo se evalúan en las familias los estereotipos sexuales.
Hablar de sexo no es hablar sólo de sexualidad. También incluye factores afectivos, valóricos y espirituales que la hacen una parte importante de nuestro desarrollo emocional.
Antes de los 19 años, en hombres y mujeres, el cuerpo no está preparado para tener una sexualidad bien entendida y comprometida con las posibles consecuencias, como tener un hijo o adquirir enfermedades venéreas.
Debe haber un compromiso donde yo sé quien soy y quien es el otro. La virginidad no se pierde, yo puedo perder un llavero y no me doy cuenta y capaz lo encuentre. La virginidad se regala, se dona a alguien que quiera, porque va a formar parte importante de mi vida emocional o de mi historia.

Cómo "encarar" a los chicos
El tema hay que hablarlo con total naturalidad y confianza. Es importante la relación afectiva que exista entre ambas partes, porque si yo no conozco los amigos de mi hijo o hija, no sé qué exámenes tiene esta semana en el colegio, difícilmente podré hablar de temas tan profundos como son la sexualidad y los efectos que produce el vivirla sin compromiso y sin afectividad conciente.

¿A qué edad tienen su primera vez?
Se aprecia un apuro por vivenciar el sexo lo antes posible, tal vez, para compensar déficits emocionales y sensaciones fuertes de soledad. Por eso, desde los 14 años ya se pueda apreciar un inicio sexual inadecuado. En el caso de las mujeres, más de un 60% lo sigue haciendo por miedo a ser abandonada por el supuesto amor del momento.
También tiene que ver con la sobreerotización a la que estamos expuestos. Hasta para vender un camión se necesita una mujer en lolas. Y los padres desde muy pequeños, y en forma inadecuada, les preguntan a los niños si tienen novio o novia.
La sexualidad debe darse en un concepto de madurez afectiva y social que tiene que estar respaldada por una relación sana con los adultos cercanos y donde se entienda que para ser libre primero se hace lo que se debe y después lo que se quiere.   

Pilar Sordo

Lecciones de Seducción, Pilar Sordo


Pilar Sordo sostiene que el concepto ‘seducción’ que flota en el ambiente, está muy vinculado a la belleza corporal y al dinero y es por lo tanto, restrictivo porque deja a casi el 90% de la población fuera del tema. Pilar Sordo se convenció entonces de que la seducción se había reducido a lo burdo, y se había alejado de lo misterioso. Y de ahí a escribir “Lecciones de seducción” de editorial Norma.

La obra comprende 12 lecciones de seducción concretas para poner en práctica durante cada mes del año. Y cada capítulo tiene tareas específicas que nos llevan a reflexionar o accionar en un sentido.

Es para la gente que está sola que no tiene pareja y que tampoco lo anda buscando, para aquellas que andan buscando pareja, que son los primeros que compran el libro, y para aquellas mujeres y hombres (el libro es para ambos) que tienen pareja hace muchos años, y que por eso perdieron la capacidad de conquista o de seducción". 


Para Pilar Sordo el tema es vital porque no deja de ser paradójico que una persona se siente segura para seducir cuando está bronceada por el sol del verano, en vez de hacerlo, los 365 días del mes usando el encanto o el humor.

Para la psicóloga el punto de inicio de todo es no sentir que el seducir tiene que ver con otros, sino que con uno y por eso vincula estrechamente el término seducción con el de autocuidado, autoseducción y autocariño; y en la medida que me auto quiero, y que me auto cuido, voy a estar más preparada para querer a otro y cuidar a otro. Ese es un trabajo permanente a lo largo de la vida. En la medida que trabaje ese cuidado interno voy a ser feliz y voy a hacer feliz al otro". 

-          "A mi me hace mucho ruido el concepto mediático de la seducción que tiene que ver con cuerpos perfectos, ya que entonces alguien que está con sobrepeso, o que es feo, que no está agraciado desde la belleza, o sea el 99,.9 de la humanidad no forma parte del porcentaje de seducción que se muestra en los medios. No calzamos, ni por altura, ni por belleza ni por delgadez y entonces nos vemos fuera de ese mundo, con todos los cambios que en la autoestima genera en eso". 

- "La mayoría de las búsquedas de belleza femenina son por la es competencia entre mujeres. Los hombres aseguran que nos ponemos lindas para ellos pero no es así". 
- "El gran enfoque conceptual se produjo en el mundo de las mujeres.  Cuando se decía que las mujeres intentaban estar anoréxicas para la aprobación de los hombres, eso era falso. La competencia es entre mujeres. Yo quiero colocarme lo que ella tiene  y quiero que me quede mejor que ella, piensan. De hecho las mujeres se arreglan más para salir con amigas que para salir con su marido". 

- "Se desprende del estudio que realizamos para el libro, que a los hombres les era mucho más evidente que la mujer no seducía desde las lolas, el culo o estar flaca, sino que para los hombres era mucho más claro que la sonrisa es el elemento clave. Nada seduce más a los hombres que una mujer contenta

- "La seducción tiene que ver más con el misterio que con lo evidente, con el sentido del humor más que con otra cosa, más con la sonrisa que por unas buenas lolas y un buen culo,  y  al final pasa por un tema de ser lo más natural posible, para poder encontrarme con uno mismo primero, para encontrarme después con el otro". 

En la aergentina particularmente siento que tienen un tema con la belleza y con la delgadez impresionante. Como si el concepto de seducción solamente pasara por las siliconas.

- "La seducción tiene que tener que ver más con el alma con que con el cuerpo , y más por cómo yo me muevo y me desempeño, y no con el tema sexual".

- "Uno de los ejercicios del libro nos invita a que nos veamos al espejo desnudos,  porque en general siempre el acercamiento al espejo es desde la crítica, de lo que me falta, de lo que me encantaría tener y no tengo, y no desde un afán reconciliatorio y más acariciador. Por lo tanto el proyecto de evaluarse sin juicio es clave para poder producir el que yo desde lo que soy saco lo mejor que tengo, para encontrarme conmigo y con el otro". 

- "Cuando uno se fuerza a ser seductor se vuelve una caricatura de si mismo. Y eso lo notamos en el estudio fundamentalmente entre las mujeres. Es el error más grave ese de intentar ser seductoras por las lolas, la cintura o el culo, es caricaturizar algo que es ancestral y que tiene que ver con una naturaleza de lo que soy. Yo soy desde la verdad, no desde la mentira, y voy a lucir mucho más si soy verdadera y natural". 


- "Yo creo que uno seduce siempre, y creo que además la seducción es algo que traspasa el tema de la conquista de pareja. Una madre debe ser seductora con sus hijos, un jefe debe ser seductor con sus empleados. La seducción debe traspasar el tema de pareja. Sino volvemos a ubicar la seducción como un tema sexual". 


- "Los seres humanos debemos aprender a comportarnos como con una pareja interna. Cuando aprendo a hablar conmigo, a pelearme conmigo, a regañarme, a hacerme cariño, a premiarme cuando lo hago bien, a castigarme cuando lo hago mal, a entretenerme cuando estoy aburrida, estoy mucho más preparada para relacionarme con otro. El tema de la pareja interna con la que tengo que aprender a relacionarme es clave en el proceso del autocuidado". 


- "Cuando tengo complicaciones con mi soledad, cuando no me basto a mi misma yo establezco con otros códigos demasiado ambiciosos, porque le pido al otro que me cubra espacios que yo misma no soy capaz de resolver. Eso es negativo".


- "Todo el mundo es naturalmente seductor, el tema es que tiene que descubrir a través de qué, y eso es lo que el libro hace. El trabajo al que el libro invita es a descubrir desde dónde es que estás produciendo ese concepto de autocuidado.  Unos podrán ver que es desde el sentido del humor, otros desde la inteligencia…"

- "Lo que comprueba la investigación es que las personas que han estado solas y que descubren este tema del autocuidado y de la auto seducción tienen más posibilidades de encontrar rápidamente una pareja". 
 
- "Creo que la vida simplemente hay que disfrutarla. Ser seductor no pasa por un mandato, voy a seducir en la medida que sea yo, y cuando menos sea yo, menos seduzco, porque voy a ser una caricartura de mi mismo.


La autoaceptación
La especialista señala que las mujeres somos muy acomplejadas, siempre queremos cosas que no tenemos. “Las crespas quieren el pelo liso, a las del pelo liso les encantaría tener el pelo ondulado, a las morenas les gustaría ser rubias, y a las rubias les hubiera fascinado ser morenas…”. En este capítulo se invita a autoconocerse, descubrir qué nos gusta y qué no. Qué cosas podemos cambiar y qué no. Para así lograr aceptar nuestra forma de ser. Sordo habla de reírse de uno mismo.

Siempre lindas y cuidadas
Pilar Sordo habla de que muchas veces nos descuidamos de detalles muy importantes, como por ejemplo la ropa interior. Ella señala que cuando “ya no ven mi ropa interior”, pasa a ser una prenda más y no existe una mayor preocupación por esta. Lo mismo sucede cuando se está menstruando, se utiliza algo más cómodo, pero no por eso debe ser lo peor de nuestro clóset. Al mismo tiempo el tema de la depilación es importante, ya que nunca es grato mirarse y no estar depiladas.

La seducción no siempre tiene objetivos en otro
En esto se refiere a que el mismo auto cuidado, ayuda a sentirse seductoras de por sí. Sin necesidad de querer seducir a alguien en especial, sino que el sentirse lindas, sexys, interesantes es seductor para uno mismo, y se transmite al resto.

Atreverse a jugar
En todo sentido, desde el color de la ropa interior. Crear actividades con la pareja. La idea es innovar y crear desde ahí un punto seductor en uno y en el otro, como el salir a bailar.

Si exiges o cumples, no seduces
Si se es una mujer sumisa, que acepta todo del otro, que jamás reprocha o tiene voz propia, no se seduce. Si en cambio, es segura de sí misma, pero exige el control y mando de lo que ella busca, sin escuchar al otro sin opción de ver el otro lado, tampoco seduce.


Y aquí hay un tema que las mujeres deben tomar en cuenta. La carga social las ha hecho asimilar en forma consciente o inconsciente que la mujer que seduce es una mujer mala y la otra, la conservadora, una mujer buena. No en vano es común escuchar y ver que los jóvenes piensan en la mujer con la que se casarán y será la madre de sus hijos como la buena y las para entretenerse, como la mala.

“El concepto de las dos mujeres en los hombres lo instala una mujer, su madre”, agrega. Pilar Sordo asegura que las mujeres tienden a sacar a una u otra según el momento y lo importante es integrarlas permanentemente. “Hay que ir a buscar a la que se dejó botada y eso puede ser facilitado por el hombre que se tiene al lado”, aclara.


Las mujeres no tienen claro cuáles son los costos que pagan por tener disociada a estas dos mujeres, porque a la larga, en algún momento de su vida va a tener que ir a buscar a la que dejó botada”.

En el libro asegura que hoy, un grupo de mujeres, sienten más libertad para vivir a estas dos mujeres, pero son marginales, porque, al contrario, la gran mayoría de las mujeres llevan muchos años en pareja y el hombre se inseguriza frente a la aparición de la mala, comienza a temer que sus actuaciones seductoras puedan derivar en una infidelidad. 

Otro tema que se vuelve relevante, apunta en el texto, es que las mujeres no seducen –considerando temas tan básicos como el conjunto de lencería- porque perciben que los hombres leen siempre ello como una señal para ‘tener sexo’.

Esto pesa mucho. Hay un montón de mujeres que no van a jugar al autocuidado por miedo a cómo serán evaluadas. Para no mandarle un mensaje al hombre que lea ‘quiero sexo’, prefieren no ponerse el calzón bonito... Hay que sacarle el peso sexual a la ropa interior”, sentencia.