jueves, 26 de mayo de 2011

¡VIVA LA DIFERENCIA! (…y el complemento también)

En este libro, la autora relata y analiza en profundidad una serie de diferencias entre los géneros masculino y femenino. Estudia los comportamientos del hombre y la mujer, así como también su porqué y cómo hacer para complementarlos y poder mantener una buena relación entre ambos sexos, aceptando nuestras diferencias. Propone conocer las características de lo masculino y lo femenino para traspasar los géneros y encontrarnos con una nueva posibilidad de ser personas más armónicas y universales.
Toma como referencia la teoría de Jung (animus-anima), el enfoque de John Gray y el Ying-Yang.
1)      Cuando hablamos de nosotras no hablamos de nosotras, siempre hablamos de otros y esos otros parecen ser los causantes de nuestras infelicidades y de nuestra felicidad.
En cambio los hombres parecen mayoritariamente preocupados del logro, de las metas y de los obstáculos que encuentran en su camino.
2)      Las mujeres nos quejamos tanto y mucho más que los hombres. Siempre hay algún tipo de exclamación que hace notar o sentir que hay algo que no fue todo lo ideal que hubiéramos querido que fuera.
A partir de esto plantea entonces, que no es cierto que hombres y mujeres seamos iguales, somos absolutamente distintos. Tenemos derechos que nos igualan y, por lo mismo, deberíamos acceder a las mismas oportunidades; pero esto no quiere decir que seamos iguales ni psicológica ni socialmente hablando.
Sostiene que hay que entender la vida como un proceso de aprendizaje, como algo que se parece más a un vivir la vida paso a paso y no que la buena vida es el resultado de lo que logramos solo en la medida en que se van alcanzando los objetivos que pretendemos alcanzar.
A través de una investigación realizada a un grupo de hombres y mujeres de diferentes edades, la que consistía en hacerles hacer una asociación libre de las palabras “folículo, óvulo o útero y esperma”. Como resultado obtuvo que se piensa o se relaciona libremente el concepto de sexo con lo masculino y el concepto de amor con lo femenino. Pudo detectar aquí una de las primeras grandes diferencias; notó que las palabras que más se repetían eran “retener” en el caso de lo femenino y “soltar” en cuanto a lo masculino. De allí esta gran diferencia:
3)      Pareciera ser que dentro de lo masculino es natural la liberación y la capacidad de desprenderse y soltar los procesos; de hecho un hombre no puede generar vida si sus espermas no salen de él, por lo tanto, necesariamente debe soltarlos. Por otra parte una mujer no puede generar vida si no tiene la capacidad de retener a un bebé dentro de sí misma.
Con esto se relaciona también la capacidad para enfrentar conflictos: las mujeres solemos ser más lentas que los hombres en procesar nuestros conflictos, nos cuesta más olvidarnos de ellos y pasar de una etapa a otra; generalmente tendemos a quedarnos como pegadas o adheridas a nuestros conflictos y angustias. Esto hace muy difícil la comprensión desde lo masculino, ya que para los hombres conflicto solucionado es conflicto olvidado; ellos pueden pasar de un objetivo a otro con mucha rapidez, les es más fácil olvidar los conflictos y seguir avanzando, no piensan en todas las etapas que ese conflicto o ese proceso puede tener, lo cual los hace avanzar naturalmente más rápido. El pasar de una etapa a otra también es una característica propia del soltar.
No es casual que los hombres sea más rápidos en restablecer relaciones afectivas; esto se debe a que para ellos es más fácil cerrar y dar vuelta la página, así pueden seguir avanzando.
En síntesis, las acciones que implican retener significan a su vez no dejar de hacer algo independientemente del agobio que ello me cause. Es muy característico de las mujeres que hacemos cosas, nos quejamos de lo que hacemos y, sin embargo, por alguna extraña razón, no las dejamos de hacer.
a-      Cuando lloro, de algún modo le pido al otro que se acerque a mi, lo retengo, lo traigo hacia mí. A diferencia del aspecto masculino, que tiene que ver más con la rabia y con el enojo, ya que esto genera alejar al otro de mí, suelto al otro y lo separo de mí porque me es más cómodo estar lejos de él.
b-      Otra diferencia importante es que la mujer está diseñada para generar vida dentro de ella en términos de todos los espacios psicológicos que tiene que ver con lo interno: la casa, las situaciones del hogar, el cuidado de los afectos; en cambio el hombre tiene la capacidad de poder generar vida fuera de él, producto quizás de esta misma capacidad para soltar lo que de alguna manera está viviendo.
El aprendizaje de lo dicho hasta aquí consistiría en el caso de las mujeres poder aprender a dejar de hacer lo que de alguna manera les hace daño o hacer aquello que aparentemente no les gusta sin quejarse tanto, solo así podrían soltar, alejarse, dejar aquello que les hace mal. En el hombre, en cambio, es importante avanzar en la función de retener para que aprenda a cuidar lo que tiene cotidianamente, para que sea capaz de entender que las cosas se construyen de a poco y no solamente sobre la base de objetivos logrados, para que sea también capaz de cuidar su casa, sus cosas, de preocuparse de lo que involucran los ambientes afectivos y cuide así mejor sus afectos.
Lo que fortalece estas características del soltar y del retener serían que en lo femenino la base de su accionar predomina el sentirse necesitado, mientras que en lo masculino predomina la necesidad de admiración.
Frases como: cambia la cara, si ya te pedí perdón que más queres que haga?, a ti no hay como tenerte contenta, ejemplifican la dificultad de las mujeres para avanzar y la facilidad que tienen los hombres.
Diferencias psicológicas encontradas:
·         El motor que nos lleva a actuar
Una mujer está bien en la medida que la gente que ella quiere está bien con ella. En cambio, lo masculino se encuentra bien en la medida que logra los objetivos y las metas que se propone. En  definitiva lo femenino está determinado por su vida afectiva y lo masculino mayoritariamente por el logro de las metas y objetivos que se propone a lo largo de su vida.
·         Lo femenino valora más el proceso; lo masculino, los objetivos
Un claro ejemplo en nuestra vida cotidiana sería que si vamos al supermercado con un hombre él –mayoritariamente- tenderá a ir solamente a los productos que le hacen falta; la mujer, por su parte, va a recorrer todos los pasillos.
Otro caso sería el de las relaciones sexuales, en donde las mujeres se caracterizan por apreciar más y mejor el antes y el después que el durante, que es lo que más tiene que ver con la penetración, centrado en un objetivo masculino, y no así los procesos anteriores y posteriores que indudablemente tienen una valoración femenina importante.
·         Lo masculino separa, ordena. Lo femenino reúne, junta
A nivel de estructura mental pareciera que nos cuesta mucho más poder separar y poder dividir nuestros procesos afectivos en distintos compartimentos. En cambio ellos funcionan mejor separando en casilleros o en “cajones mentales” las distintas áreas emocionales.
(Ejemplo de crítica de hombre hacia su mujer como mamá, relaciones sexuales; hombre que se le hace cambiar de rumbo).
·         Lo masculino: monofocal. Lo femenino: multifocal
Se ha descubierto que el hombre tiene mayor capacidad de concentrarse con mayor facilidad en una sola cosa; en cambio, las mujeres tenemos lo que se entiende como una capacidad multifocal a nivel neurológico. Esto no debe tomarse como un plus, ya que a pesar de no ser poco frecuente el hecho de ver a mujeres planchando, viendo tv, hablando por teléfono y al mismo tiempo revisando las tareas de sus niños, es así mismo causa de un gran cansancio y agotamiento.
Mientras más haya desarrollado un hombre su lado femenino más y mejor será capaz de poder atender dos o más cosas a la vez, pero su tendencia será concentrarse en un solo punto y no es varios al mismo tiempo. (Ejemplo de relaciones sexuales próximo a los hijos)
·         Lo femenino resuelve los conflictos hablando; lo masculino, en silencio
La mujer necesita hablar para resolver sus conflictos, necesita trasmitir los procesos por los que está pasando, pues al mismo tiempo va ordenando su cabeza y obteniendo posibles soluciones. Lo masculino, en cambio, solo habla cuando tiene los conflictos resueltos, es decir, va a llegar de uno u otra manera a contar sus situaciones en la medida en que cuenta los éxitos o fracasos pero ya con carácter de definitivo.
Si primero las mujeres no sueltan, al hombre le será muy difícil aprender a retener, ya que es responsabilidad de la mujer dejar de hacer las cosas para poder hacer responsable al otro.
·         La rabia de los hombres y la tristeza de las mujeres
Aspecto emocional: la diferencia tiene que ver con que al parecer lo femenino está entrenado para entristecerse por todo y lo masculino para enrabiarse por todo. El llanto en las mujeres tiene que ver con llamar la atención del otro para que venga hacia mi, en cambio la rabia hace que uno se suelte del otro.
Otra diferencia explica que los hombres pueden enojarse con gran facilidad y dejar de estarlo o dejar de pertenecer al conflicto en forma mucho más rápida ya que la rabia es un elemento que tiende a desaparecer en la medida en que se descarga, en cambio la pena, la tristeza es un sentimiento bastante adhesivo que cuesta desprenderse.
·         Los tiempos personales
A la mujer le cuesta mucho más darse tiempo para ella misma, sin que esto venga acompañado por un factor culposo, el que a su vez y de alguna manera tiende a dañar nuestro grado de satisfacción en el proceso que estamos viviendo; en cambio, para los hombres es muy fácil ejercer tiempos personales e incluso para ellos darse esos tiempos está incorporado culturalmente como un derecho básico.
En la medida en que me permito tener tiempo para mi, el grado de satisfacción con respecto a la vida que llevo debería ser mayor, así como la menor tendencia a responsabilizar al otro de los tiempos que él si se permite. En general las mujeres cometemos el error de castigar o retar a los hombres cuando los vemos ejercer sus tiempos personales y esto es porque nosotras no somos capaces de generar esos mismos tiempos en beneficio nuestro.
·         Externalizar e Internalizar
El hombre encuentra la causa de su felicidad o infelicidad, generalmente en los obstáculos que ha podido encontrar en el camino para llegar al logro de sus objetivos, en cambio la mujer responsabiliza a otras personas de sus infelicidades o sus felicidades.
Ejemplos como: “yo soy así porque mi mamá no era cariñosa conmigo”, “yo soy así porque siempre mis papás quisieron más a mi hermana que a mi”.
·         El privilegio de ver masculino y el privilegio de sentir femenino
Según biólogos y estudiosos la mujer por no tener acceso visual a su genitalidad y otros funcionamientos corporales, internalizan los procesos como procesos de sentidos (ejemplo del baño).
Por otro lado el hombre al tener sus órganos sexuales a la vista y al estar en contacto en forma permanente prevalece lo visual.
En esto tiene que ver el hecho de que la ropa interior femenina haya proliferado al contrario de la masculina, la cual es más variada y esto es interpretado por los hombres como un mensaje visual atractivo.
·         Los cuentos de hadas en la psicología femenina y masculina
Estas historias que nos hayan contado o leído alguna vez parecen formar parte del inconsciente colectivo de nuestra cultura y, por lo mismo, parecieran determinar o predeterminar muchas de nuestras conductas psicológicas a lo largo del tiempo.
En ciertos cuentos populares como “La Cenicienta” y “Blancanieves”, las mujeres esperan a un hombre que las saque de su estado de infelicidad.
Estas historia nos muestran desde nuestra infancia a personajes cuyas relaciones estarían marcadas por la envidia, la rabia interna o el deseo de venganza. Por otra parte este, este tipo de conducta femenina –según lo determinan los cuentos de hadas- obliga a los hombres a tener que ser príncipes y cumplir, por ende, con una cantidad enorme de requisito: tener posición social, estabilidad anímica, condiciones naturales de gentileza, ternura, belleza, estabilidad social, económica, proyección como buen padre, etc. Porque así son los príncipes perfectos. Ellos, por lo tanto, también serán desde muy pequeños determinados para ser susceptibles a caer en el juego de tratar de complacer al resto, intentando cumplir con esta cantidad de exigencias. También querrán ser príncipes y cubrir todas nuestras expectativas. Pareciera ser que aprendemos a través de estos cuentos que la felicidad sólo se logra en la medida en que hay otro que la produce.
Nos sentimos “estafados” cuando nos damos cuenta, que en la vida real el cuento que yo leí y en el que yo creí no es así.
Se concluye con esto que la conducta femenina está determinada por lo que los hombres o un hombre es capaz de generar en ellas.
·         Pensamiento Mágico – Pensamiento Real
Aquí Pilar Sordo plantea el hecho de la mujer hoy en día, de cómo se a desvalorizado todo, como han cambiado las costumbres y ha pasado la mujer a perder muchas cosas que en sus comienzos eran características esenciales propias del género femenino.
Cuando se refiere a Pensamiento Mágico alude a las expectativas, a las definiciones internas que tenemos las mujeres sobre las cosas; es más bien lo que en alguna teoría psicológica puede entenderse como “pensamiento automático”, análogo a la palabra deseo, sueño o fantasía, que en caso de no cumplirse genera gran frustración, aún cuando no se tenga conciencia de ella. (Relacionado a los deseos y expectativas, no a la intuición).
Por eso la autora sostiene que mientras más pensamientos mágico tenga una mujer, será más proclive a la infelicidad tanto para ella como para los que la rodean.
Se llegó a la conclusión de que la mujer es poseedora de ambos pensamientos, mientras que el hombre solo posee el pensamiento real, y el otro solo lo va a poseer en la medida en que incorpore elementos femeninos en su historia.
Este pensamiento real se basa justamente en la realidad, en lo concreto, en lo que de verdad tengo y en lo que está a mi alcance y puedo ser capaz de valorar; en cambio la estructura del pensamiento mágico está determinada principalmente por una magia que en tanto no real e imposible de realizar, de todos modos yo espero que ocurra, como algo sorpresivo frente a lo cual siempre se está en una postura ovular, de espera y paciencia.

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